En un contexto internacional marcado por la inestabilidad geopolítica y la transformación tecnológica acelerada, el sector de la defensa en España está experimentando una profunda revalorización. Lejos de ser un gasto puntual, la inversión en defensa se está consolidando como una palanca estratégica para el desarrollo económico, la innovación tecnológica y la autonomía industrial.
Durante el foro CREO 2025, el presidente de Navantia, Ricardo Domínguez, expresó con claridad esta visión: España debe avanzar hacia el objetivo europeo de dedicar el 2 % del PIB a la defensa, no solo por razones de seguridad, sino como un paso necesario para impulsar el tejido industrial, generar empleo cualificado y fortalecer las cadenas de suministro nacionales.

Una inversión con efecto tractor en toda la cadena industrial
El aumento del presupuesto de defensa tiene un impacto directo y transversal sobre sectores estratégicos como la ingeniería eléctrica, la automatización, la electrónica de precisión, las comunicaciones industriales y la ciberseguridad. Cada euro invertido genera un efecto multiplicador, movilizando desde fabricantes de sistemas complejos hasta proveedores especializados en soluciones energéticas, cableado técnico o cuadros eléctricos. Además, el enfoque ya no se limita a equipamiento militar clásico: el nuevo concepto de defensa incluye inteligencia artificial, algoritmos de predicción, ciberdefensa industrial, vigilancia satelital y tecnologías duales que pueden aplicarse también a sectores civiles como la energía, el transporte o la industria 4.0.
NEREUS: innovación colaborativa para una defensa interoperable
Uno de los proyectos estrella de esta nueva estrategia es NEREUS, un programa de cooperación internacional liderado por Navantia y financiado por el Fondo Europeo de Defensa con hasta 45 millones de euros. El objetivo es claro: desarrollar un “sistema de sistemas” interoperable para las futuras flotas europeas, capaz de integrar componentes y plataformas de diferentes países bajo una misma arquitectura tecnológica.
Este ambicioso proyecto aglutina a 24 empresas y centros de investigación de 14 países, lo que lo convierte en un ejemplo claro de cómo la defensa puede funcionar como núcleo de colaboración tecnológica transnacional. En su desarrollo participan proveedores de software, fabricantes de sistemas electrónicos, especialistas en robótica, ciberseguridad, sensores y, por supuesto, empresas vinculadas a la automatización industrial, la energía y la electrificación naval.
En paralelo, se están transformando las plantas productivas tradicionales en fábricas inteligentes, como:
La fábrica digital de bloques en Ferrol (A Coruña)
El taller de unidades abiertas en San Fernando (Cádiz)
La línea de paneles planos en Puerto Real (Cádiz)
Estas instalaciones integran tecnologías como gemelos digitales, robótica colaborativa y trazabilidad automatizada, garantizando procesos más eficientes, seguros y adaptados a entornos críticos.

Exportaciones, autonomía tecnológica y liderazgo europeo
Entre los años 2020 y 2024, las exportaciones de material de defensa fabricado en España experimentaron un notable crecimiento del 29 %, lo que ha permitido consolidar al país como uno de los ocho principales exportadores del mundo en este ámbito estratégico. Este avance no solo refleja una evolución cuantitativa, sino que es también un síntoma claro de la creciente confianza internacional en la ingeniería española, cuya reputación se ha fortalecido gracias a productos de alto valor añadido como las fragatas de última generación, los sofisticados sistemas de mando y control, y las soluciones avanzadas de vigilancia electrónica.
Este impulso exportador ha tenido un impacto directo en el fortalecimiento de la soberanía tecnológica del país, especialmente en aquellas áreas consideradas críticas para la seguridad y la autonomía estratégica. Entre ellas se encuentran los desarrollos en electrónica avanzada y radiofrecuencia, esenciales para sistemas de defensa modernos; el perfeccionamiento de la ciberseguridad industrial, cada vez más relevante en la protección de infraestructuras clave frente a amenazas híbridas; y la consolidación de redes de comunicaciones seguras y sistemas embebidos, pilares tecnológicos que sustentan la operación fiable y autónoma de plataformas militares.
Un dato especialmente revelador de esta evolución es que, en la actualidad, aproximadamente el 70 % de los componentes integrados en los buques de la empresa pública Navantia son desarrollados dentro del espacio europeo. Esta cifra demuestra un avance tangible en la reducción de la dependencia tecnológica respecto a terceros países y refleja la apuesta decidida por un modelo industrial basado en el conocimiento, la cooperación estratégica y la innovación tecnológica dentro del entorno comunitario.
Gracias a este contexto de crecimiento sostenido, innovación técnica y capacidad de producción avanzada, España se posiciona hoy como un actor clave en la industria de defensa europea. Su papel trasciende la fabricación, al convertirse en un país con capacidad para liderar consorcios internacionales, impulsar la innovación transversal entre sectores, y generar oportunidades globales tanto para empresas industriales como para proveedores tecnológicos de alto nivel. Este ecosistema refuerza no solo la competitividad del país en mercados exigentes, sino también su contribución a la seguridad y estabilidad del entorno internacional en el que participa activamente.